Paso a relatar cómo eran los veranos en las faenas del campo y como las vivíamos nosotros los niños y mi familia en la finca.
Después de la sementera primaveral estamos s en julio en el solsticio de verano tiempo de recolección de las cosechas y de trillar las Eras.
En los pueblos agrícolas y fincas se sacan los aperos y útiles de labranza guardados celosamente desde al año anterior: los carros, volquetes, coyundas, yugos, trillos, horcas, briendas, barrenderos, sacos y costales, cribas y medias fanegas, entre otros muchos eran necesarios para la faena. Todo esto en mi finca estaba en el almacén, donde muy cuidadosamente mi padre había mandado hacer unas estanterías para los útiles pequeños, ganchos para los aperos grandes, cestos y cestas tinajas y botijos, calderos, sogas, monos y mandiles, sombreros y guantes.. Cajas y cajones de Herramientas, baúles, arcones, de todo había allí… preparo un altillo con alambradas para los conejos y dos cochiqueras para los cerdos y tenerlos separados de vacas, gallinas y aquel gallo peleón, que miedo le tenía yo.
A buena hora de la mañana todas las familias se dirigen a las eras donde se pasaban los días desde el amanecer al caer de la noche, de sol a sol, lugares cercanos al pueblo, casas pero despejados de arboles y limpios de matas además de fácil acceso. En mi finca se iba por un caminito realizado para poder ir con camiones y tractores y por donde mis hermanos y yo íbamos en bici hacía las charcas a pescar tencas, o mejor dicho “mirarlas”.
A los mozos se les enseña el arte de la doma, que si puede parecer fácil meter un novillo entre dos bueyes ya viejos y enseñados unidos los tres por un yunque no lo es pues nuestro ganado es morucho y bronco y embiste ”a morra” cuando se ve molestado. La primera faena de estos novillos primerizos era trillar dando vueltas a la parva, así se domaban poco a poco. Nosotros no éramos muy de campo, nos gustaba más ponerle nombre a los animales , nunca se me olvidara la vaca más querida “ la muñeca” , a la que aprendí a ordeñar con mi hermana Yolanda o la mas brava la morucha, y “sepli” la gatita que nos dio una buena prole de gatos que no dejábamos por supuesto que los hombres de la finca sacrificaran y los escondíamos por los rincones y la casa con el enfado de nuestros mayores y sobre todo de nuestra fiel Chon, que sin duda de toda la familia era la que mas entendía y además le gustaba el campo, la perrita que cuando se ponía con la regla le plantábamos unas braguitas produciendo la risa de todos.
Recuerdos de Veranos en la finca.
Chus Huertas.
Guía turístico.