La Salamanca oculta y misteriosa

Los túneles ocultos de la Salamanca subterránea
La red de galerías de la Pontificia, el misterioso túnel de la Facultad de Matemáticas o los pasadizos que comunicaban los negocios de la Plaza, forman parte de esa Salamanca «bajo tierra»

Salamanca no es sólo lo que vemos y admiramos cada día. Existe y existía otra ciudad paralela bajo las aceras y adoquines. Un entramado de galerías subterráneas, la mayor parte cegadas o destruidas, que se usaron como canalizaciones de agua, carboneras o sótanos de almacenaje. Esa es la versión más creíble y documentada, porque el halo de misterio que acompaña a estas construcciones ha quedado a merced de todo tipo de leyendas.

Uno de los mayores ejemplo de esa Salamanca «bajo tierra» es el Pozo de Nieve, el entramado de galerías de lo que en su día fue el convento de San Andrés. El denominado «Escorial salmantino» posee una red de túneles de entre 1,22 y 3,3 metros de ancho que ocupan unos 160 metros cuadrados. A esto hay que añadirle el propio pozo de seis metros de profundidad y un segundo nevero de cuatro metros donde también se acumulaba nieve. Todo ello conforma una red, posiblemente hidráulica, aunque su uso original no está claro. No obstante, estos pasillos subterráneos que discurren por debajo de la Muralla son anteriores a la construcción del convento de San Andrés.

Algo similar ocurre en el edificio de la Universidad Pontificia de Salamanca, el que fue en su día el Colegio Real de la Compañía de Jesús y cuya primera piedra se puso en 1617. Bajo sus aulas y estancias existen dos galerías subterráneas en paralelo, una más ancha que la otra, que probablemente formaron parte de un entramado mucho más amplio. El fotógrafo Vicente Sierra Puparelli, autor junto a Julián Álvarez Villar del libro «Salamanca desconocida», se inclina porque el túnel más estrecho pudo conducir agua. «Se aprecia en el desgaste de la piedra arenisca.

Sin embargo, el otro más ancho tiene dos partes, una más estrecha que también conduciría agua y otra más amplia construida posteriormente, que podría haber sido usada como galería o sótano», asegura. Sierra Puparelli se inclina por que estas galerías desaguaban en el arroyo de los Milagros, que bajaba por la actual Vaguada de la Palma hasta el río Tormes.

El ilustrador y escritor Tomás Hijo cree, por su parte, que estos túneles de la Pontificia fueron carboneras. «Resulta difícil pensar que es una canalización porque eso produciría desgaste en los cimientos del edificio. Me inclino más porque fueran huecos que se aprovechaban para distintos cometidos», asegura.

No son las únicas muestras de la Salamanca subterránea. Hijo también recuerda el túnel de servicios que existía debajo de los locales de la Plaza Mayor. «Este túnel comunicaba lo que son hoy los bares y negocios de la Plaza e iba por debajo de la arquería y conectaba con las covachuelas de abajo. Actualmente bajando a los servicios de bares como el Real se aprecian los arcos de ese túnel, aunque ahora está todo dividido en dependencias de cada uno de los locales», asegura Tomás Hijo.

Son solo algunos ejemplos de esa ciudad paralela cada vez más inaccesible y sepultada entre el misterio y la leyenda.

Los «viajes» o las antiguas canalizaciones de agua

Al margen de los túneles y galerías cuyo cometido no estaba claro, Salamanca contaba con una red de canalizaciones subterráneas de agua que se denominaban «viajes». Así lo aseguraba el fallecido profesor Ángel Cabo Alonso, que los situaba a lo largo de la avenida de Filiberto Villalobos, la avenida de Villamayor hasta el Hospital de la Santísima Trinidad y Wences Moreno hasta Crespo Rascón. Según recuerda Tomás Hijo, durante la Alcaldía de Jesús Málaga muchos de estos túneles fueron cerrados. Uno de los que se mantiene en la actualidad es el que recorre la Gran Vía y al que se los operarios de Aqualia acceden por la plaza de San Julián. Se trata de un pasadizo estrecho y repleto de cables, cuyo aspecto desmitifica la imagen que se tiene de estos lugares.

El túnel de Matemáticas, la vía de escape de la ciudad amurallada

Un pasadizo angosto de poco más de cuatro metros que comunica los sótanos de la Facultad de Matemáticas con la Muralla. Al contrario de lo que sucede con otros túneles de la ciudad, se sabe a ciencia cierta que éste no fue una canalización de agua aunque se desconoce qué usos tuvo a lo largo de la historia.

Ahí entra la leyenda, y la posibilidad de que sea incluso el llamado Postigo Ciego, una de las salidas que tenía la Muralla que, según algunos historiadores, se construyó en la época de los árabes como pequeño acceso a la Alcazaba.

En la actualidad, el conocido como túnel de Matemáticas se encuentra cegado en su mayor parte. Eso sí, su entrada y salida están perfectamente localizadas. La primera se encuentra en los sótanos de la actual Facultad de Matemáticas, concretamente debajo de una pesada trampilla.

En este lugar se aprecia claramente cómo el túnel está totalmente cegado y no es posible acceder, aunque su tamaño es mucho mayor que el de la loseta que lo cubre.

Este pasadizo desemboca justo enfrente del Puente Romano. En el patio de una de las casas construidas delante de la Muralla, se encuentra la pequeña puerta. «En el interior se ve el un pozo que parece excavado en la roca. Quizás tuviera la doble función, salvoconducto y pozo para reservas de agua si faltaba en la parte de arriba. Por su parte, el techo del pasadizo está cegado con argamasa o un material similar», asegura el fotógrafo y catedrático de Matemáticas, Vicente Sierra Puparelli, que añade que por este pasadizo cabe perfectamente una persona.

Las hipótesis sobre el uso de este salvoconducto son muchas, pero ninguna asentada en pruebas concretas. Una de ellas se refiere al mencionado Postigo Ciego que, según José María Muñoz Partearroyo, tenía 4,35 metros de longitud y 2,60 de altura. Según su teoría, pudo de ser construido o reconstruido por el año 1147 y cerrado al tránsito poco después de la repoblación de Salamanca.

Un hecho que puede ayudar a entender la función de este túnel es la presencia de una sinagoga en el espacio que ocupa actualmente la Facultad de Matemáticas. De hecho, existe una placa en los pasillos del edificio que recuerda su existencia. La sinagoga desapareció en 1412 cuando San Vicente Ferrer llegó a predicar a Salamanca y convirtió al cristianismo a los judíos que acudían el templo y habitaban lo que se llamó la judería de Salamanca.

José María Muñoz afirma que la sinagoga se entregó a los cristianos y allí se construyó el convento de la Merced Calzada. Algunas suposiciones apuntan a que los judíos pudieron usar este pasadizo como vía de escape.

El ilustrador y escritor salmantino Tomás Hijo asegura que otra de las teorías señala que «por el túnel de Matemáticas entraban y salían los guerrilleros de Julián Sánchez El Charro durante la Guerra de la Independencia».

La Muralla de Salamanca contaba con trece puertas exteriores que fueron destruidas desde la Guerra de la Independencia en adelante. Los historiadores hablan de todas ellas y cuál fue su final, pero dejan de lado el conocido como Postigo Ciego.

Así lo reconoce José María Muñoz Partearroyo que ubica el origen de esta puerta a la época de la alcazaba árabe. Después de ese momento, parece que al Postigo Ciego se le tragó la tierra, como señala Muñoz ya que no existe ninguna documentación sobre él.

La construcción del convento de la Merced Calzada en el emplazamiento de la Sinagoga a partir de 1412, hizo que el Postigo Ciego quedara totalmente cubierto. Aunque su anchura era mucho mayor que el actual túnel de Matemáticas, el fotógrafo Vicente Sierra Puparrelli reconoce que es posible que este pasadizo haya sufrido muchos cambios, lo que puede hacer indicar que sean lo mismo. Otro dato que invita a pensar este extremo es que el Postigo Ciego se encontraba justo enfrente del Puente Romano, como ocurre con la entrada al túnel de Matemáticas.

Fuente:https://www.lagacetadesalamanca.es/salamanca/2018/12/10/tuneles-ocultos-salamanca-subterranea/255316.html

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