Calendario del campo: En la finca

finca7Yo pasaba los veranos de mi infancia en la “finca el pinar de los faisanes”,  en el límite de Zamora y Salamanca, la que mi padre, Don Edmundo Huertas,  compro, cuido y mimo con tanto amor. Todavía lo veo sentado en su hamaca reclinable de rayas naranjas, beis y amarillas, debajo de la encina ya talada en  al lado de la gran mesa donde comíamos al aire libre.  Desde allí daba  órdenes a los obreros y llamaba  a mi madre cuando algo no le gustaba…. ISIIIII, ISIIIII,  pero él no se movía el muy señorito, para eso estaba la juventud y energía sin límite de  mi querida madre que  dejaba presta lo que  estaba haciendo para ir corriendo  porque la llamaba  “el señor “, ¡!!Corra corra que la llama el señor!!!, decía nuestra fiel Chon.  

Lo que entonces me podía parecer aburrido y me daba rabia porque me separaban todo el verano de mis queridas amigas del cole  de las siervas,  hoy lo recuerdo con nostalgia… todo esto que les voy a relatar  con palabras de Juan Martín Aparicio, yo lo viví y lo sentí, y todos esos aperos fueron mis juguetes del verano, todas esas faenas mi aprendizaje diario, y todas esas gentes mi poca experiencia de campo.

finca4finca5Para mis hermanas Loli y Yolanda, todavía niñas en edad de jugar y soñar, para mi hermano Mundo ya adolescente rebelde y para mí la mayor alegría  era cuando m  mami para que nos entretuviéramos nos traía en aquel pequeño Renault blanco a todos los niños y niñas unos montados encima de otros cuantos más mejor,  del pueblo el cubo del vino y entonces aquello se convertía en una fiesta, para ellos también porque era cambiar su rutina del pueblo y del campo y para nosotros hablar y jugar a  “cosas de niños” entre tanta paja y tanto grano. Las merendolas de la finca fueron muy mentadas en el pueblo y si ya los convencíamos  para que nos dejaran quedar a la verbena y baile del pueblo en las fiestas por lo menos agosto se hacía menos largo. 

Recuerdos de Veranos en la finca.

 

Chus Huertas.

Guía turístico.

Calles de Salamanca: Veracruz

Siguiendo con mi recorrido, continuamos por la judería salmantina. Hoy
estoy en la calle Veracruz, una calle con mucha historia.imagen fonda veracruz
Esta calle en 1265 se llamaba “De la sinagoga Vieya”, dado que allí se encontraba, cerca de San Millán, la Sinagoga Vieja, donde tuvo lugar el milagro de San Vicente Ferrer, al que debe su nombre esta calle.
En la ciudad había tres sinagogas: la Vieja, la Nueva, y la Menor.
En 1411, fue San Vicente Ferrer a la sinagoga Vieja a predicar, llevando una cruz en la mano y mientras se dirigía a los judíos aparecieron sobre sus túnicas unas cruces blancas. Desde ese momento todos los que allí se
encontraban pidieron el bautismo y se convirtieron al cristianismo. Es por esto por lo que la calle recibió el nombre de Veracruz. En el solar de la sinagoga se edificó un colegio llamado también de la Vera cruz, que en1812 demolieron los franceses.
San_Millan-SalamancaEn esta calle hubo viviendas organizadas en corrales, que heredamos de los judíos: casas pequeñas organizadas en torno a un pequeño patio cerrado y con una entrada común, donde muchas veces sus habitantes se reunían por gremios de la misma actividad.
Siempre que paso por allí no puedo evitar detenerme ante la Fonda Veracruz, hoy escuela de hostelería y antigua casa noble dedicada a alojar huéspedes, de traza muy elegante y que al parecer próximamente se convertirá en centro de atención a visitantes.
Avanzando hacia la esquina con la calle Libreros nos topamos con la iglesia de San Millán, digna de contemplar, consagrada en 1226 y reformada en 1765 por Jerónimo García de Quiñones y en la que podemos disfrutar de un tour virtual. Es el centro de interpretación del patrimonio, Monumenta
Salmanticae, que por supuesto os recomiendo visitar.

Asun Martin. Guía turístico.